Olympia fue el nombre de una mujer, cuyo esposo le adoró, elevándola como a una diosa. En la ciudad, que contuvo a la pareja, comenzaron los juegos de Olimpia. De pequeños, en la escuela, aprendimos a amar a las calistenias, confiando en los cinco anillos u círculos de los más altos, veloces, largos, vigorosos y diestros. El atletismo, vive tiempos de auge.
También, conocemos mediante la enseñanza, del axioma "mente sana, cuerpo sano" (mens sana in corpore sano).
Así, los buenos estudiantes, practicamos gimnasias varias, previos a los análisis de las diversas disciplinas, y nuestros logros eran espléndidos, pues el cerebro es reactivado con el ejercicio físico e intelectual. Con todo el brío -las sienes y el corazón latientes- tomábamos los cuadernos y textos y comprendíamos al instante las intríngulis de las materias.
En Osorno, existe una réplica de dicha enseña, un complejo integral, que sobrepasa el centenar de años: pista atlética, tenis, gimnasio, distracciones para niños, salones de eventos privados, refrigerio. Acude el día entero, de campo, de salud, haciendo deporte, preparando al organismo, fortaleciendo el magín, y tras la impecable limpieza, es posible recrearse con las artes musicales, teatro, artistas, servicio, literatura, lirismo, expandiendo el alma.
El Club Olimpia es de una altura y distinción impar, cuidando el prestigio centenario y sosteniendo los valores enunciados. Quintas anillas doran y unen a quienes practican en respeto y honran el entrenamiento corporal y sicológico animado.
En la serena mañana que adviene de las rosadas auroras de Venus, los penta aros despliegan los rayos del sol, despertando la energía olímpica, de la llama fundacional de la antorcha que porta la belleza de su protectora, Olympia, concediendo dones celestes y terrenales para alzarse del suelo hasta tocar los cilios solares.
La Summa Deportiva y Recreadora, sostenida por una asistencia de tradición y trayectoria, donde la familia comparte al aire libre, en jornadas de amor y gracia. La reserva y custodia, permite que las figuras plenas de las artes hercúleas y de la estética, citen a númenes semejantes, representadas por sus mejores valores, engarzando las sortijas vesperales, matutinas, diamantinas, nocturnalias, laureles de rosas y verdes brillantes del rocío del dichoso llanto de alcanzar la flama estelar, que refleja al ser humano, frente a lo numinoso del cosmos y su inteligencia, psique y cuerpo, en el Uno pitagórico.