En esta oportunidad quiero reflexionar sobre las bases del sistema educacional chileno, desde la Colonia hasta nuestros días, consagradas en las constituciones de 1833, 1925 y 1980. En ellas se establecen tres grandes pilares del sistema educacional: la libertad de enseñanza (distintos proyectos educativos: religiosos, laicos y de modelos diferentes); libertad de elección que permite a los apoderados elegir lo que consideran mejor de acuerdo a sus capacidades y a las ayudas que podrían recibir; y la agregación de valor a través de la diversidad de proyectos educativos.
Las reformas introducidas en los años 80, cambiando el eje desde el financiamiento a la oferta hacia el subsidio a la demanda, fue un cambio paradigmático que empoderó a las familias para que tuvieran mucho mayor grado de libertad en la elección del sistema de educación que preferían, en todos los niveles de educación. Este cambio no sólo permitió aumentar la cobertura, sino que además la calidad, al promover la competencia entre establecimientos. Basta comparar los indicadores antiguos y actuales; nuestra posición, en el contexto de países similares; y los distintos sistemas de sostenedores en Chile. La reforma permitió pasar de un gran sistema público y un sistema minoritario de establecimientos privados -en general, tremendamente elitistas- a un sistema más inclusivo.
Afortunadamente nuestra constitución y ordenamiento jurídico preservan los principios básicos de libertad de enseñanza, elección y diversidad de proyectos. Ha habido intentos por destruirlos -como la ENU de los "70 y otros- pero es fundamental, a mi juicio, defenderlos, perseverarlos y no claudicar de ellos por ventajas de corto plazo. Al revés de lo que muchos afirman, las cifras demuestran un tremendo avance en materia educacional y Chile es líder en Latinoamérica en su gasto por alumno (y eso que sólo se compara el gasto público, sin considerar el aporte de las familias).
La única conclusión a la que uno llega, analizando todos los antecedentes, es que gracias a haber respetado los principios básicos de nuestros valores republicanos y haber puesto énfasis en el subsidio a la demanda, el sistema de educación mixto permitió un gran crecimiento en cobertura y calidad, por encima de los sistemas de América Latina. ¿Qué nos falta? Mucho, pero no pidamos tener sistemas de países de 50 mil dólares per cápita, cuando tenemos 18 mil. No tiremos por la borda lo que nos ha permitido avanzar ostensiblemente, mejorando por cierto lo que es susceptible de mejorar.