En un mundo tan competitivo y turbulento, donde cada persona busca sobre todas las cosas, el bienestar particular y donde el cumplimiento de metas, retos y el reconocimiento personal es lo más importante, aparece una profesión que focaliza su quehacer en lograr como premisa principal, la realización, el desarrollo y plenitud de hombres y mujeres.

No importa el credo, el pensamiento político o ideológico. Independiente de estos factores, su objetivo es aportar y realizar de gran manera su trabajo, muchas veces en silencio, con jornadas largas y agotadoras, pero con la mirada puesta en el compromiso por el otro, con la satisfacción de que algún día hicieron un gran aporte, con su granito de arena, para el desarrollo personal, profesional, social y humano de una persona, que a su vez va a cumplir con el fin último de la sociedad, que es formar su propia familia y así buscar y vivir la felicidad plena.

Esta situación parece tan trivial, pero esta hermosa profesión lo tiene marcado a fuego, en buscar en las personas su potencial máximo, trabajarlo y ponerlo al servicio de un objetivo de vida.

No podemos dejar pasar este día sin recordar que el 11 de noviembre de 1950, se estableció en Chile la celebración oficial del Día del Asistente Social. Han pasado 53 años de aquel día que buscó un grupo de asistentes sociales tras replantearse su quehacer profesional desde una mirada asistencialista, pasando hoy día a tener una mirada de gestión social, donde incluso algunas organizaciones los han incorporado como gerentes sociales, ya que su foco de trabajo está puesto en el desarrollo de las habilidades y capacidades blandas de las personas, que busca potenciar diferentes aristas como liderazgo, trabajo en equipo, comunicación efectiva y emprendimiento.

Su labor está llegando incluso a la educación, donde se están abriendo paso trabajando en establecimientos educacionales, que han visto la importancia del rol que cumplen para el bienestar de los alumnos, porque los ayuda a sentirse apoyados. La base de un buen rendimiento escolar de un alumno no sólo pasa por estudiar, sino también porque tenga un entorno social y familiar adecuado para su desempeño, y es ahí donde los asistentes sociales asesoran, acompañan y guían.