Es sabido que el modelo regionalizador de Pinochet de 1974 ha sembrado mas fragmentación que cohesión territorial en las actuales regiones. Ante ese escenario, el camino de reformas democratizadoras a escala regional iniciado con la elección de consejeros regionales es un avance, pero también puede profundizar los actuales problemas políticos en regiones. La elección de cores puede profundizar los problemas de esta regionalización, dado que el diseño no contempla la elección de un actor político que garantice la "unidad regional", como por ejemplo podría ser la elección directa del intendente. De manera natural, los consejeros regionales se deberán a sus provincias, supeditando el interés regional al arbitrio de la principal autoridad designada de la región.
Para evitar este fenómeno, se propone la elección directa del intendente como una forma de lograr una mayor cohesión territorial y fortalecer la democracia regional. La elección directa del intendente no es excluyente con mantener un representante directo e inmediato del Ejecutivo en regiones. ¿Por qué?, Principalmente porque se debe garantizar la implementación de políticas nacionales en espacios regionales, especialmente cuando ocurren situaciones de gobiernos regionales que entran en tensión con gobiernos nacionales. Manteniendo un representante del presidente en regiones, se evita que sus habitantes sufran las consecuencias que implica tener un "intendente" de tendencia política distinta al Presidente (a) de la República, que por ejemplo y con tal de hacer una férrea oposición al gobierno nacional, impida u obstaculice la implementación de políticas públicas nacionales en regiones.
Algunos sectores políticos sostienen que el intendente debe seguir siendo designado y que en su reemplazo se elija un presidente regional. La trampa está en que esa propuesta proviene de sectores conservadores que inspiraron el proyecto de ley de fortalecimiento de la regionalización presentado por el gobierno de Sebastián Piñera, el cual se encuentra en discusión en el senado. Ese proyecto indica que el presidente regional se elige de manera indirecta (entre los consejeros electos) y le asigna nulas atribuciones al cargo. Las funciones más sustantivas y de gobierno las sigue manteniendo el intendente designado. La idea fundacional de la elección de la principal autoridad regional, es otorgarle legitimidad democrática, pero también que cuente con atribuciones y funciones para ejercer su cargo en representación de la ciudadanía. Defender la designación del intendente es aferrarse al centralismo.