Una de las corrientes de pensamiento que ha ido incrementándose en nuestra sociedad es el postmodernismo, que nace como respuesta al modernismo, el cual fue un movimiento que enfatizó la razón y la ciencia. Este pensamiento guía al ser humano a una vida de libertad, la cual muchas veces se convierte en libertinaje.
El mundo actual se caracteriza por nuevas sensaciones, espectáculos y manipulación que se extiende a los diversos ámbitos de la sociedad. Esa tendencia liberal no excluye a la iglesia, pues algunos han convertido sus congregaciones en clubes sociales, en tranquilizantes de conciencia para encubrir sus pecados.
El llamado de Dios siempre ha sido que vivamos en pureza de corazón. Debemos bloquear las vías de abastecimiento de los ojos y de la mente. El objetivo en contra de la lascivia es que nuestra mente, ojos y corazón se llenen con los principios de la Palabra de Dios.
Job el patriarca dijo : "Hice pacto con mis ojos". El entrenó sus ojos para no pecar. La impureza es un hábito y no es algo genético. "¿Con qué limpiará el joven su camino? ¡Obedeciendo su palabra!" Salmo 119:9.
Los malos hábitos pueden ser cambiados por buenos hábitos. Hay hábitos negativos como llegar siempre atrasado al trabajo, comer en demasía, dormir mucho, tener un lenguaje soez, enojarse con facilidad, deseos sexuales desordenados. La impureza sexual no es un desequilibrio emocional o una enfermedad, es el resultado de buscar emociones baratas. El hábito de la pureza se afirmará en nuestra vida en la medida que la palabra de Dios eche raíces, penetre en nuestro espíritu, nos fortalezca interiormente y seamos hacedores de la Palabra.
Muchos hábitos son adictivos. Hay que romper con los malos hábitos en forma radical. Las personas que están esclavas de la masturbación son el resultado de ojos descontrolados y pensamientos desenfrenados. Escuché a un profesor decir : "La masturbación es buena porque permite conocer su cuerpo, es una satisfacción personal que les ayudará; no es malo". Pero la masturbación compulsiva es una práctica sexual no inofensiva, sino unida a la lujuria, a la lascivia, pornografía y toda clase de pensamientos impuros. Quien esté esclavo en este mal hábito debe pedir a Dios que le restaure y le liberte.